lunes, 19 de diciembre de 2011

Micro-Relato (2): Salad in NY

La Quina Avenida estaba allí. Había esperado mi llegada a la ciudad de los rascacielos. Rondábamos los cero grados en pleno mes de Marzo. Los dedos de las manos y de los pies vivían un cosquilleo cuando, de estar medio congelados pasaban a refugiarse en los guantes de lana o dentro alguna calurosa tienda en pleno Manhattan. 

No eran ni las nueve de la noche cuando el cansancio apareció y mis piernas empezaron a temblar y desestabilizarse. Nos habíamos pateado el sur de Nueva York. Estábamos hambrientos así que no dudamos en entrar en un restaurante de comida rápida. 

Lo que no habíamos calculado era el horario y la cultura neoyorkina. A las nueve cerraban el establecimiento así que no nos quedó otra que llevarnos la comida al hotel. Con mi ensalada dentro de una bandeja de plástico iba andando por la avenida más glamurosa y comercial. No se podía decir que fuera un momento ideal. 

El hotel estaba a cuatro o cinco calles al sur. Ante mi paso por el Empire States, un americano me mira y, con una sonrisa blanca jamás vista, me grita: ¡I love your salad!

Allí comprendí que no hace falta estar divina si quieres andar por esa zona. 

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