viernes, 14 de octubre de 2011

Menuda mierda!

¡Menuda suerte! ¡Mucha suerte! ¡Qué suerte! 
Y bla bla bla. 

La suerte siempre llama en casa de los demás pero nunca entre tus cuatro paredes, tu techo, tu suelo y tu puerta por la que salir corriendo. Si llamara el Sr. Gafe en mi puerta, que bonito sería convertirse en Santa Claus y huir por la chimenea. 

Carrie Bradshaw, protagonista de Sexo en Nueva York, dijo en uno de los capítulos de la serie que le encantaba tener dos puertas en el baño porque, si entraba un ladrón en casa podía verlo reflejado en el espejo y echar leches por la segunda puerta del baño, directa a la salida. 

La suerte siempre está en boca de todos pero nunca en cuerpo de uno mismo. ¿Será verdad eso de que levantarse con el pie izquierdo, pasar por debajo de una escalera o cruzarse con un gato negro trae mala suerte?

Mi caso de hoy... 
maldecir al dueño del perro, que no ha recogido sus excrementos. 
Que bonito quedaría aquí el típico deseo de: ¡Mucha mierda!

Postdata: Adoro el número 13. Ups.


L.

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