Mostrando entradas con la etiqueta 20N. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 20N. Mostrar todas las entradas

lunes, 21 de noviembre de 2011

Anécdota electoral

Era mediodia cuando decidí ir a votar. Mi colegio electoral, situado a cinco minutos andando de mi casa,  es pequeño y no suele acumularse mucha gente pero sabía que iba a ser un día diferente. Andaba lo más despacio posible para decidir, a último momento, a quién le daba mi voto. Estaba confusa y no tenía nada claro. A medida que me acercaba a mi destino reducia velocidad al ver que el fin estaba cada vez más cerca y que mi mente era una olla a presión de opiniones.

Entré.
La instalación olía a ambiente, había cola para depositar las papeletas en las urnas. Pero solamente en mi mesa. Las otras dos estaban vacías. El presidente de una de ellas bostezó, uno de los interventores parecía dormido con los ojos abiertos. Participación a cuentagotas.

Tenía las papeletas ante mi. Las miré todas, dudé unos instantes.Cogí aire y doblé una de ellas. Pero algo me hizo cambiar mi voto a último momento. No diré qué me hizo girar la tortilla. Prefiero mantenerlo en secreto y reírme sola del asunto. Si es que se puede reir sobre ello.

El resto de la tarde me encerré en un cine. Aislada de la realidad.


L.







martes, 8 de noviembre de 2011

¿Políticamente... incorrecto?

En la política todo vale. Atacas y te atacan. Aplaudes y te aplauden. Te insultan y callas. Te caes y te levantas. Prometes y tal vez no cumplas. 
La guerra está servida.
Estos días, la TV está contaminada de propaganda electoral que, o bien se lanzan misiles a la oposición o bien se intenta salir a flote y decir "hola, nosotros también existimos". Y allí seguirán casi invisibles, con el agua hasta el cuello y queriendo aguantar, almenos con la nariz por encima del mar. Algunos, hasta se atreven a copiar el lema que otro partido utilizó en pasadas elecciones. 
Mal, mal... ¡Muy mal!

¿Y que decir del debate de ayer? 
Durante los minutos que duró, uno atacaba y el otro aguantaba. Pero lo que más me defraudó, por decirlo de alguna manera, fue que uno terminó diciendo que España es una gran nación y el otro empezó comentando que, ante todo, hay que ir a votar porque la abstención no sirve de nada. 
Eso se ha dicho toda la vida y, al final, cada uno hace lo que le viene en gana. 

Yo esperaba platillos voladores, flechas anticupido o algún muñequito para hacer vudú. Pero nada de eso, un final muy light apto para todo el público.


L.