viernes, 8 de abril de 2011

El laberinto de Central Park

Las nubes no dejaban ver con claridad ese sol que se escondía en pleno Manhattan. 

El lago estaba solitario, sin la compañía de los ciudadanos fieles que diariamente le visitan con las mallas deportivas. Las ardillas eran las únicas habitantes de ese mundo. 
Y, bueno, también séis guiris. Por supuesto que lo digo por mis compañeros de viaje y por mi.

El Central Park parecía un desierto de vegetación y esculturas que nos llamaban y se escondían a la vez. 

Alicia en el pais de las maravillas. Tres osos muy divertidos. Y Balto, el perro con mejor escondite que nos hizo buscarle durante una hora. ¿Será que tenía vida y nos hacía jugar en medio de un laberinto sin salida?

Tal vez el meterle el dedo en la oreja al pobre oso nos trajo suerte.
Me encanta ese lugar!


L.

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