Expectativas inalcanzables

Me gusta devorar libros como a aquel que le gusta engullir perritos calientes. Pero siempre me tomo ese respiro como quien necesita beber agua para no atragantarse con la bola de comida que se le forma en la garganta. 

Mi último libro, "Lugares que no quiero compartir con nadie" de Elvira Lindo. Prometí opinar sobre él.

En siete días me enamoré de la ciudad de los rascacielos, no sólo por su encanto sino por la compañía que tuve durante el viaje. Siempre dicen que todo es más bonito en buena compañía. Me dejé encandilar por calles que solamente conocía a través de fotografías. Después de nueve meses pensé que ese libro despertaría la nostalgia por esa ciudad. La pasión e intensidad con que viví una corta vida de neoyorquina enloquecida no la perdí a lo largo del libro.

El libro es interesante en cuanto a experiencias y anécdotas. Cotilleas un poco en la vida de la escritora hasta el punto que ella decida involucrarte en su vida. Lugares, situaciones...

Viví las primeras páginas con una emoción y recuerdos mágicos. Continué con explicaciones que poco me interesaban y, me sobresalté con la vivencia que tubo Elvira en Barcelona, relacionado todo con un acto político. No negaré que me cabreé con lo que leía, no me gustó para nada que se hablara sobre ello cuando eso no era un "lugar que no quieres compartir con nadie". Puede que el ser catalana me haga ver el asunto desde esta perspectiva.

La lectura del libro fue como una montaña rusa. 

Mi mente se centraba en una lectura interesante y dejaba de serlo de repente, cuando se introducían personajes o situaciones que, de haber podido, me habría saltado esas páginas. Sé que eso lo podría haber hecho, pero sería como no leer el libro y, todo lo que empiezo lo termino. 

Tal vez lo suyo sean los libro juveniles.

Tal vez, salirse de Manolito Gafotas no era lo adecuado.

Tal vez creé unas expectativas inalcanzables.

Quiero pensar que se trata de lo último.

L.